Hace sólo unos meses me enfrenté por primera vez al encantador mundo editorial. Seguí intuitivamente los pasos: cuatro líneas de descripción del reportaje, voz firme e insistente y lápiz y libreta en mano. “No, lo siento, no aceptamos colaboraciones externas”; “No quiero ser yo quién te lo diga, pero sabes que no te vamos a pagar nada por el artículo, ¿verdad?”; “Si leyeses nuestra revista sabrías que nosotros ya cubrimos el tema hace unos meses”: “El tema es demasiado coyuntural”; “Si matan a treinta personas delante tuya. Entonces sí te compramos la noticia” “Insisto, ¿le has enseñado el reportaje a alguien? Nosotros sólo trabajamos con gente exclusiva o reportajes exclusivos”.
Palabras aunque desalentadoras entonces, me llevaron a donde estoy ahora; en un tren nocturno entre Amsterdam y Utrecht- Vuelta atrás. Rebobinemos. Necesito tiempo, pensé entonces. Y ahora en el traqueteo del vagón, después de haber conseguido la tercera entrevista esta semana, me ayudo de las palabras de dicha entrevista y concluyo una vez más que “al final todo es querer algo y saber describir ese algo para que otros te ayuden a conseguirlo”. Y Kim Van Haaster es precisamente una de esas comunicadoras que conoce el valor de este enunciado.
Kim Van Haaster es antropóloga. Kim se pinta la sombra de los ojos de verde y mira al infinito cuando reflexiona acerca de lo que le preguntas. Kim es alta y le gusta hablar de historias individuales donde la convención y la cultura juegan un rol importante. Kim es risueña y ha viajado a distintos países. Pero lo que más le gusta a Kim es hacer documentales. Su sueño es proyectar alguna vez un documental en IDFA, el Festival Internacional de Cine Documental en Amsterdam. Y ese sueño parece cada vez más cerca con el documental “Play no matter what” que ha dirigido y producido ella misma.
¿”Play no matter what”?
Trata la infancia, sobre Rumanía y la risa. Es una historia sobre una fundación británica que decide quedarse en un pueblo de Rumanía durante un año para hacer teatro con niños. En Rumanía hay muchos niños sin hogar o niños que crecen sin sus padres, emigrados por razones económicas a otros países.
¿Cómo surgió la idea de este documental?
Mi hermana trabaja para esta Fundación y por primera vez decidieron hacer un proyecto más duradero. Al principio tenía la idea de centrarme en su compañero, sobre la metáfora de la máscara que siempre lleva en las representaciones teatrales, pero después decidí centrarme en los niños. Los niños son lo realmente importante. Imagínate lo que supone que un pueblo perdido, donde no hay nada que hacer, se instale una compañía de teatro durante un año. No hice ningún guión previo y al final ha salido una historia sobre lo importante que es jugar. Lo que me encanta. ¡Hay muchas escenas cómicas!
¿Cómo lograste la financiación del documental?
La producción se hace muy difícil cuando se hace paralela a la dirección. Intenté buscar a alguien que se encargara de ello, pero al final lo hice yo sola. Campaña de crowdfunding, donaciones de distintas empresas e incluso yo misma hice una inversión. No he ganado dinero con esto, pero no es importante. Lo importante es que he hecho mi primer documental.
¿Has contratado a muchas personas para la realización?
En realidad de forma discontinua ha habido muchas personas involucradas: sonido, cámara, montaje. La última persona que he contratado ha sido a un editor para la corrección de color. Ha sido un proceso muy interesante porque he aprendido de cada una de estas personas, además de obligarme a concretar la idea. Si uno no sabe definir lo que quiere, las personas que has involucrado se sentirán perdidas y no sabrán cómo hacer su trabajo.
¿Cuándo podremos ver el documental?
Esta semana vamos a terminar el montaje definitivo. Lo he presentado a distintos festivales. También al IDFA (sonríe). Tengo mucha curiosidad por saber qué piensa la gente del documental.