En el frontline del desastre, dona.

Nepal fue para mí, mi primera historia con pretensiones de ser periodística. Nepal fue para mí, mi primera crónica de viaje. Nepal fue para mí, mi primer aprendizaje como periodista y como persona. “He vuelto con la sensación hiperbólica de estar viviendo un momento histórico, como Robert Capa, Ryszard Kapuściński o el mismísimo William Dafoe” le escribí a mi padre desde Katmandú cuando estaba en segundo de carrera. Pero esto es sólo un lado de la historia. Es la vinculación personal o profesional al país: que me hace crecer o más bien creerme grande; que me identifica o me hace generar una identidad, o, porque no decirlo, incluso vender mi curriculum.

Y esto no sólo me sucede a mí, le sucede a la generalidad de comunicadores, periodistas, fotógrafos… Sin embargo, mis principios éticos no me llevan a Nepal ahora. Tampoco quisiera que ninguno de mis compañeros lo hiciera. No hay nada que contar, no hay nada que denunciar, no hay nadie a quien señalar.  No, en este momento. Dejemos nuestra función social, o nuestro ego, en este lado del continente. No dejemos que se dibuje el frontline de comunicadores, el rostro delicado de un niño o una mujer padeciendo el desastre o repitamos la fastidiosa coletilla “uno de los países más pobres del mundo”.

Leer el artículo “Don’t rush to Nepal to help. Read this first” me lleva a todas esas las conversaciones off the record que se escuchan en los festivales y seminarios de fotografía, los comentarios de algunos fotógrafos y periodistas freelance,  o las desveladoras entrevistas de profesionales que cubrieron el terremoto en Haití que se resumen en un sólo enunciado: “La necesidad de estar en el frontline del desastre”. Y es que no se puede dejar de lado que entre las obligaciones de relatar e impactar hay una frontera muy borrosa; sobre todo para aquellos profesionales que buscan la fotografía que les catapulte a los grandes medios de comunicación. No hace mucho escuchaba a una compañera, a la que aprecio mucho pronunciarlo. Pronunciar esa dichosa frase “Si es lo que quieren comprar los editores, yo lo haré”.

No hay historias, fotografías, relatos que puedan ayudar en este momento. Tampoco comportamientos impulsivos. Por ello, hago a un llamamiento, a esos pocos lectores y amigos que siguen este blog que si sienten esa necesidad, ahorren las discusiones con un editor o el billete de avión, en su defecto, y lo inviertan en las donaciones.

Aquí dejo los enlaces a dos ONGs con las que trabajé y conozco de primera mano que están haciendo una recolecta para las consecuencias del desastre:

CIDEN

BE HUMAN NEPAL

 

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